PCE - Agrupación de Collado Villalba: ¿Por qué no se van?

domingo, 2 de septiembre de 2007

¿Por qué no se van?

J.G. Centeno
acerbol.blogspot.com

Cuando yo era un joven militante, al comienzo de la llamada transición, con Franco definitivamente muerto y enterrado, salíamos a vender Mundo Obrero a los pasadizos que hacían de paso de peatones en la glorieta de Atocha (oficialmente del emperador Carlos V) y tambien en la boca de Metro. Voceabamos con bastante entusiasmo aquello de "¡Prensa Obrera! ¡Prensa Comunista!". La mayor parte de la gente pasaba de largo, algunos se detenían y charlaban con nosotros, incluso algunos veteranos aprovechaban para contarnos viejas historias de guerra, seguramente referidas cientos de veces, y probablemente cientos de veces modificadas, aunque sea ligeramente, nosotros que teníamos mitificados a esos supervivientes les escuchabamos con admiración, a veces un cierto cansancio, pero sobre todo un reverencial respeto. Nos enteramos así de cuales fueron los errores de Líster en la ofensiva del Ebro, o la desgracia que supuso para los milicianos la desaparición de Buenaventura Durruti. Pero sobre todo nos llamaba la atención un reducido grupo de ciudadanos, generalmente con gabardina sobre traje gris bien cortado, bigote fino canoso y sombrero de badana tambien gris más oscuro que el traje con cinta casi negra. Calculo que rondaban estos caballeros, y nunca mejor empleada la expresión, alrededor de los sesenta años, y en cuanto nos veían nos increpaban y sobre todo nos exigían que "nos fueramos a Rusia". Supongo que se referían a la Unión Soviética, y no a la más importante de sus Repúblicas. Igual nos podían haber mandado al Tayikistán o al Azerbaiyán, pero dudo mucho de que conocieran ni el sistema admisnistrativo de la URSS, y mucho menos la existencia de tales repúblicas. Para ellos la URSS era Rusia como España no era más que una prolongación de la Castilla imperial. A mí, prosoviético entre los prosoviéticos, la idea no acaba de desgradarme, pero en la izquierda de entonces, ni en la de ahora, no todos mantenían mis posturas con respecto a la URSS, es más yo me encontraba en franca minoría. ¿Qué iban a hacer mis amigos troskos o anarcos en la URSS de Breznhev? Que no se preocupe mi amigo Antonio, de haber él tenido problemas con el PCUS o la KGB, yo le hubiera echado inmediatamente una mano, y así los problemas los tendríamos los dos.
Los mismos caballeros, sin apenas modificar su terno, si acaso cambiando la gabardina por el abrigo loden otrora dedicado en exclusiva al deporte cinegético de alto standing , entraron de forma contundente al trapo de la organización del estado en comunidades autónomas y nacionalidades, y en seguida ordenaron, a los que no estaban de acuerdo con una España como prolongación de la Castilla Imperial y sobre todo a vascos y catalanes, que se fueran, no sabemos muy bien a donde. "Si no están a gusto en España, ¡váyanse!" tronaban, eso sí tenían que irse dejando su territorio ¿a donde?, al limbo de los justos no, puesto que el mismísimo Santo Padre ha negado su existencia. probablemente al mismo lugar donde mandaron a Lluis Companys. Los epígonos de estos sujetos que mandaban a todos los rojos a Rusia y a todos los separatistas a no sabemos donde, pero puede que a un lugar inquietante, se encuentran ahora, a pesar de los denodados esfuerzos de sus mayores, con una España que no les gusta, una España con valores equivocados que no responden a la tradición católica finisecular de la Patria, con divorcio, con aborto, con matrimonios entre homosexuales, con un relativismo moral insultante, con la religión en vias de desaparición de las escuelas, siendo sustituida por la enseñanza de una práctica de la ciudadanía alejada de valores morales supremos y eternos. Una España, en definitiva, en franca descomposición. Y ahora soy yo el que pregunta, si tan a disgusto están ¿Por qué no se van? Y tengo el lugar adecuado para que se sientan cómodos: la plaza de San Pedro del Vaticano. Su enorme capacidad de concentración se lo permitiría con facilidad. Si han sido capaces de concentrar millones de "personas" en calles de Madrid en las que solo caben unos cientos de miles, con no demasiadas dificultades cabrían , en la explanada Vaticana, siete u ocho millones de personas, y tantas no son. Porque aquí, tan a gusto con nosotros se quedarían todas aquellas personas católicas y conservadoras, respetuosas con las ideas de los demás, que son muchísimas, y a las que nos es muy fácil respetar, porque el respeto, que no tolerancia, es casi siempre biunívoco, los demás, los intransigentes, los talibanes de la moral, los sacrosantos defensores de la unidad de una patria que nunca ha existido más que en su calenturienta imaginación retrospectiva, ¿Por qué no se van? Allí encontrarían un reino medieval no democrático, tan de su gusto, con una religión oficial, sin divorcio, sin aborto, al menos oficialmente,y sobre todo, si se fueran, nos dejarían tan a gusto.