Actividades para el 1º de Mayo organizadas por las Juventudes Comunistas
Hoy, 28 de abril, se celebra el Día Internacional contra los accidentes laborales. La Juventud Comunista ha decidido cambiarle la denominación con la firme convicción que nos arrastra a la lucha: detrás de cada muerto en el trabajo está la responsabilidad de las empresas y la patronal. Se trata de una manera como cualquier otra de terrorismo y que el año pasado supuso un total 844 muertos. 844 muertos que, al parecer, valen menos que otros muchos y a los que nadie, salvo sus familias y amigos, recuerdan.
Muertos que no hacen ondear banderas a media asta, que no reciben homenajes de las autoridades ni acaban con sus responsables detenidos. 844 asesinatos que, en su gran mayoría, podrían haberse evitado. ¿Cómo? En primer lugar con una legislación diferente, que condene a los responsables. Y a continuación, con una política que lleve al primer plano del mundo laboral la seguridad en el trabajo. Queremos seguridad.
El terrorismo patronal no es un suceso aislado. Se trata de una parte más de la realidad que nos impone el modo de producción capitalista. Es, por tanto, una arista de ese gran cubo de rubik que oprime a los trabajadores del siglo XXI: la precariedad. Porque está demostrado que mayor temporalidad en el puesto de trabajo conlleva más accidentes laborales, que si los empresarios nos obligan a cumplir unas jornadas de trabajo inhumanas, aumenta los accidentes laborales. Porque, el cansancio en el trabajo mata, no hace falta ser un genio para entenderlo.
España es el país de la Unión Europea con mayor índice de siniestralidad laboral. Un país gobernado por un partido que, en teoría, defiende los intereses de los trabajadores. Por eso queremos decirlo bien alto: La patronal continúa ejerciendo su terrorismo porque el Gobierno del PSOE se lo permite. Zapatero y compañía: amplíen los contenidos de la ley de Prevención de Riesgos Laborales y, sobre todo, hagan que se cumpla. Cuando una administración cuenta con un inspector laboral por cada 2700 trabajadores, cuando lo habitual en la Unión Europea es que exista un inspector por cada 23 trabajadores, el empresario sabe que puede incumplir la ley porque no va a pasar nada.
Ahora bien, la solución definitiva al terrorismo patronal no pasa por colocar parches al capitalismo. Esta enfermedad se cura de la misma forma que la especulación inmobiliaria, el recorte de servicios públicos, el racismo y la desigualdad de las mujeres. Con el socialismo del siglo XXI. Ojo, que no se vende en farmacias, hay que fabricarlo entre todos.