Venezuela, puerta abierta a la esperanza
El Viejo Topo
Para quienes sabemos que otro mundo es posible, lo que ocurre hoy en América Latina no puede sernos ajeno. Los pueblos de Bolivia, Ecuador, Paraguay… han dicho ¡ya basta! Y han llevado sus profundos anhelos de vivir mejor y con dignidad al gobierno. No están solos en ese camino. Las transformaciones económicas, sociales, políticas y culturales que se están desarrollando en Venezuela en los últimos años se han erigido en un referente para todos ellos: ocupan un lugar destacado en la esperanza creciente de los pueblos de superar el sufrimiento causado por las políticas imperiales y neoliberales. Atreverse a rebasar el horizonte del capitalismo en la construcción de una nueva sociedad justa y libre en un planeta habitable ya no es hoy, en Latinoamérica y el Caribe, asunto de izquierdistas impertinentes.
La contribución del pueblo venezolano y de su presidente Hugo Chávez en volver a colocar en la agenda de los pueblos, de los movimientos sociales y populares, la cuestión de la actualidad del socialismo es indudable. Y se yergue hoy como referencia no sólo para los pueblos latinoamericanos y caribeños, sino en otras zonas del Sur del planeta, donde también despierta interés y simpatía y alienta sus propias luchas.
En el Norte, parece que los poderosos se han dado cuenta de que el éxito de estos procesos de transformación es una amenaza tanto para los intereses de sus negocios en esta región, rica en bienes escasos (recursos minerales y energéticos, agua, biodiversidad…) como para la credibilidad de su mensaje de que aquí no hay más cera que la que arde en los templos cínicos de su discurso sobre las bondades salvadoras del libremercado.
Hoy vuelven a primer plano las evidencias de que los gobernantes de Estados Unidos, junto a las élites locales, siguen conspirando, como hicieron hace 35 años en Chile, para derrocar gobernantes con vocación emancipadora y que llegan al poder desde las urnas. Evo Morales en Bolivia, Álvaro Colom en Guatemala, Rafael Correa en Ecuador, Fernando Lugo en Paraguay y Hugo Chávez en Venezuela están siendo objeto de maniobras desestabilizadoras planificadas por los gringos, con la colaboración activa de servicios de inteligencia como los colombianos e israelíes, que se sirven de paramilitares, mercenarios y fascistas locales para sembrar el miedo e intentar liquidar por las armas lo que no pueden parar electoralmente.
En la Europa en crisis, y en particular en España, los poderes económicos y mediáticos se esmeran en distorsionar la realidad venezolana. Ocultan logros, magnifican debilidades, ridiculizan autoridades e instituciones elegidas con amplio respaldo popular y desprecian la verdad de un modo grosero. Muchos ciudadanos decentes y hartos de tanta mentira interesada buscan otra mirada, pero no todos disponen del tiempo y los recursos para practicar el sano ejercicio de ir a conocer la realidad sobre el terreno. Con este número de El Viejo Topo queremos contribuir a hacer un viaje a la realidad de esta Venezuela que hoy lucha por abrir caminos de inclusión social, liberación y empoderamiento popular, caminos de esperanza para quienes en cualquier lugar del mundo piensen que se puede, además de que se debe, superar la dominación cultural, la desigualdad social, la opresión política más o menos aterciopelada y la explotación económica, esa cada vez más salvaje, de los trabajadores y de la naturaleza.
Hemos hecho este viaje a la realidad venezolana ligeros de equipaje. Con ilusión y sin anteojeras. Nos hemos acercado a conocer lo que piensan y sienten los de abajo. Hemos visto el esfuerzo y la dignidad de los campesinos larenses con sus comunas socialistas, los nuevos distritos productivos, el tesón y el compromiso de los trabajadores de las industrias guayanesas, como Sidor y Cabelum, las experiencias y proyectos que se cuecen en barrios de Caracas como la parroquia de San Agustín. Hemos hablado también con luchadores de larga trayectoria en la izquierda intelectual y política venezolana, con jóvenes estudiantes bolivarianos y con sindicalistas comprometidos con el proceso desde posiciones plurales. Hemos dado un repaso a la economía y a la cultura con los ministros respectivos. Creemos que todo eso es bastante, pero sabemos que no es todo, por supuesto.
Nos ha faltado tiempo y espacio para ahondar en la contribución de Venezuela al cambio de época en América Latina. La descripción del papel que ya están jugando los nuevos instrumentos para alumbrar un modelo de integración económica y social latinoamericana alternativo al de los tratados de libre comercio: el ALBA, Petrocaribe, el Banco del Sur… Tampoco hemos dado el espacio que merece a las experiencias de solidaridad internacionalista, hermosa y creciente, entre movimientos populares y el gobierno de Venezuela con los pueblos latinoamericanos y gobiernos como los de Cuba, Bolivia y Ecuador.
Quizás alguien se pregunte por qué no hemos damos voz a la oposición. Aquí sí queremos responder clarito y sin rodeos: porque ya la tienen y en abundancia, por no decir en monopolio, a través de los grupos empresariales que controlan y manipulan los medios de comunicación dominantes tanto en España como en Venezuela. Aunque esto no quiere decir que hayamos hurtado a nuestros lectores el conocimiento de lo que es hoy el “pensamiento” opositor, del que damos cumplida cuenta en este número en la sección de reseñas. (Gracia que por cierto a nosotros no acostumbra a sernos concedida, ni siquiera en esos espacios de sus poderosos medios, pues no interesa que se sepa que existimos).
Así pues, nosotros estamos con Blas de Otero, con Celaya y tantos otros. No queremos ser neutrales, ni presentar dossiers como falsos independientes. Recordemos, amigos y amigas lectores, al Blas de Otero de: “Maldigo la poesía concebida como un lujo cultural por los neutrales que, lavándose las manos, se desentienden y evaden. Maldigo la poesía de quien no toma partido hasta mancharse”. Pues eso.